Hoy he meditado de nuevo sobre los líderes, el liderazgo, su significado y aplicación. Era muy temprano y era una sesión más de formación de un futuro gerente. Una rutina en mi trabajo, en la que convierto jóvenes profesionales en conductores del área comercial. Fué un gran ejercicio y no nos tomó mucho tiempo. La gente inteligente siempre privilegia la productividad que consiste en conseguir muchos objetivos en muy poco tiempo.
Juntos revisamos el significado de la palabra “leader” o líder como se dice en español: significa “conductor” o “llevar”, o en dicho de los jóvenes de hoy “el que la lleva”. Entonces liderazgo es el arte de conducir personas, proyectos, empresas o naciones. Actualmente se manosea mucho el término de liderazgo. El pseudipensamiento y los pseudopensadores han descompuesto en tantas partículas el término que los seminarios de capacitación suelen ser seminarios de “incapacitación”; en mis tiempos se leian las biografías clásicas de los líderes que hicieron el mundo y las grandes empresas. No habia liderazgo transformacional, situacional, experiencial o interactivo. Cuando uno examina esas corrientes o puntos de vista, se suele tener la impresión de ver una mosca en un tanque: el tanque, conceptualmente sigue siendo el mismo y la mosca no pertenece al tanque pero se ve poderosa parada en el, aun sabiendo que al primer cañonazo de la experiencia saldrá volando y no quedarán vestigios de ella.
El líder no trabaja con recursos ilimitados, sino que trabaja cuando los recursos son extremadamente limitados; no trabaja cuando las cosas van bien, sino cuando las cosas van mal; no trabaja en el proceso, sino que trabaja considerando el proceso pero esencialmente en la gestión. Esa gestión muy bien definida por Peter Drucker como “hacer que las cosas sucedan”. Para hacer que las cosas sucedan, en primer lugar deben haber metas y un plan para lograrlas. Luego deben existir indicadores que como una luz avisen cuando las cosas van mal, para que actúe el líder. En la práctica esto no ha cambiado, y en esencia sigue siendo igual: el líder se mide por los resultados, no por su popularidad. Solo en los líderes políticos sucede al revés en muy raros casos.
Muchos confunden al líder, con el jefe; el jefe trabaja con procesos y en los procesos todo es tan predecible que los objetivos siempre se cumplen con muy poca desviación, salvo cuando los procesos están mal diseñados: ordenar que un grupo de personas cargue un camión o repare una máquina tiene muy poca incertidumbre, sobre todo si la gente está capacitada. Hacer que un vendedor venda en un día un camión, depende de muchos factores relacionados más con comprender las dificultades de hacerlo e idear la manera de conseguirlo. No es nada fácil, más bien es muy incierto: en ese escenario trabaja el líder.
La confusión sucede porque todo gerente es en esencia a menudo jefe y algunas veces líder: debe hacer cumplir los procesos para que todo funcione y debe sortear las dificultades, cualquiera sean, para asegurar el resultado. Debe conducir a su gente por entre las dificultades y vicisitudes para, trabajando en equipo, lograr el objetivo trazado. Para un líder no importa el tiempo, muchas veces no importa la ley ni los horarios: Hay momentos en que hay que hacer lo que se debe hacer para lograr el resultado, cumpliendo con la misión y visión de cada empresa que representa. Esos son todos sus límites. Apenas se cumplen los objetivos el líder pierde fuerza y debe trazar nuevos desafíos que recuperen el espíritu de cuerpo y la conducción. Al líder se le respeta por su capacidad para mantener la combatividad en la adversidad, la calma en medio de la tormenta y no perder de vista nunca las metas por muchos obstáculos que hayan y por más grande que sea el desafío. Un buen líder debe mantener la moral de trabajo basada en la actividad constante por llegar a los resultados. Su unica motivacion son los resultados, quien no lo entienda así está claramente trabajando en el seguro mundo de los procesos. Carlos Ñanco Muñoz