MOROSOS, PROTESTADOS Y SINVERGUENZAS…
En estos tiempos de falta de liquidéz, característicos de la crisis, es necesario afinar el ojo financiero para distinguir claramente los clientes dignos de crédito, de aquellos que simplemente tienen la mala costumbre de no pagar por cualquier motivo.
Dicen los buenos empresarios, que lo último que debe dejarse protestar un hombre de negocios es su palabra. La verdad es que no dejan de tener razón, pués las personas que se acostumbran a no pagar sus deudas, o a dejar que otros las paguen por ellos, no dejan nunca el vicio y terminan por manejar negocios eternamente endeudados o que no logran surgir, producto de tener que lidiar con proveedores de mala calidad de servicio y de productos basura. Los proveedores serios terminan alejándose de clientes de dudoso actuar por considerarlos una mala inversión, es por ello que terminan rodeados de proveedores ingenuos o de mala calidad que terminan por desvirtuar aún más el negocio del cliente de marras.
En los negocios opera con mucha frecuencia la ley de las compensaciones; esta ley asume que todas las cuentas al final cuadran, por tanto aquellas personas que actúan deliberadamente mal, terminan aceptando para sí mismo que todo ese mal que han hecho se les devuelva. Como consecuencia, si han defraudado a alguien, alguien los defraudará a ellos. Esto explica el porqué ciertos negocios viven en contínuo drama, no importando el ciclo económico del mercado. Si deseas buscar explicaciones a tus pellejerías de ahora, ve haciendo memoria y tal vez sea tiempo de volver al buen camino del crédito de las personas que están haciendo negocios para mejorar la sociedad y beneficiarla.
Respecto del crédito, es necesario distinguir algunas catagorías o status de los clientes y que pueden afectar su credibilidad. Por ejemplo, moroso significa en buen castellano “el que llega tarde, o se atrasa”; por tanto un cliente moroso es aquel que por algún motivo se atrasa en pagar, pero siempre paga. Hay que dejar en claro, que un cliente que negocia la fecha de pago y cancela intereses, no es un cliente moroso. Los clientes morosos son confiables, en cuanto no cambien a un status más complicado, como por ejemplo a un cliente protestado.
Un cliente protestado es aquel que derechamente no paga sus obligaciones, ni negocia su pago, sino que hay que obligarlo a pagar por medios prejudiciales o judiciales. Empiezan protestando su palabra para ganar tiempo, esto equivale definitivamente a “mentir” respecto de las fechas de pago, la condición de pago, e incluso a tratar de desconocer la razón del pago aparentando ser ellos los defraudados; continúan su evolución protestando sus facturas, luego protestan sus cheques, etc. Pero en algún momento pagan. Limpian sus papeles y vuelven periódicamente a hacer lo mismo. Estos clientes pierden rápidamente el crédito, sin embargo cuando pagan, vuelven a recuperarlo. Cuando Ud., conversa con ellos respecto de sus traspies financieros, nunca tienen la culpa, todo es mala suerte o culpa de un socio o persona de confianza.
Finalmente conviene echar un vistazo a los sinverguenzas. Esos fundan un negocio y abren un giro comercial solamente con el expreso objetivo de defraudar a cuanto proveedor se les cruce en el camino, incluyendo la mano de obra que trabaja con ellos. Suelen tener una definición extraña de la responsabilidad social empresarial, no dudan en defraudar a sus propios empleados y tienen mil cuentos y ardides para no pagarle a los proveedores confiados.
Son expertos en tributaria y manejan la ley laboral al dedillo, saben como cambiar la razón social y hacer cruces que terminen por desorientar al proveedor y volver a ser dignos de crédito. Agotan la honorabilidad de todos sus familiares, sin importarles el perjuicio que les causan y finalmente terminan sirviendose de testaferros para seguir adelante con el negocio. Una cosa es cierta de un sinverguenza: desde el principio su intención es no pagar, por tanto aunque firme cheques, letras, contratos, o el documento que sea, hay que tener claro que a la hora de cobrarle con la fuerza, generalmente no tienen bienes a su nombre y las empresas que manejan están eternamente endeudadas o los representantes legales son gente sin patrimonio, etc.
Sin lugar a dudas los sinverguenzas son encantadores, cooperadores, presentan todos los papeles que les pidan y en su discurso tienen un millón de amigos que los pueden respaldar si tienen problemas. esta condición los hace confiables y, como son expertos en tramoya, cuando se les visita hay de todo lo que pueda impresionar a los oficiales de crédito. En fin, hasta los nombres de los sinverguenzas son raros y tienen historias de esfuerzo y gloria que entusiasman, además que son artistas para conseguirse socios que quieran cooperar con negocios fantásticos, que luego se diluyen en dramas financieros interminables y en historias de mala suerte, de equívocos y cosas por el estilo.
En tiempos como los que vivimos y se avecinan, afinemos el ojo financiero y comuniquemosnos mejor con los morosos, cobremos con fuerza a los que se dejan protestar y por ningún motivo le den crédito a un sinverguenza, porque hasta los jueces y la policia se aburren de esperar a que vengan a declarar o aparezcan antes de que se sobresea el juicio.
By Carlos B Ñanco M.
Consultor Experto en Recursos Humanos de Ventas
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